Madonna lo descubrió en 1990 cuando solo tenía 17 años. Hace diez, lo convirtió en su manager. Hoy, Guy Oseary es, además, escritor, actor y productor, y encarna una nueva forma de hacer negocios en la industria de la música Estaban los guitarristas, con sus novias con aspecto de bruja y sus problemas con las drogas. Los cantantes, con su narcisismo y sus trastornos de personalidad. Las audiencias, hipnotizadas como si fueran los seguidores del flautista de Hamelin. Y estaban los managers, trabajando el aspecto monetario, envidiando el éxito de sus clientes, mientras, como sutil venganza, iban amasando más y más poder”. En su autobiografía, Apathy for the devil (Apatía por el diablo, juego de palabras a partir del célebre Sympathy for the devil de The Rolling Stones), Nick Kent, probablemente el periodista musical más importante que haya dado jamás Reino Unido, describía de esta forma el estado de la escena y de la industria musical en 1974. Aquel año, Guy Oseary era un mocoso de dos años que corría por las calles de Jerusalén. Cuatro décadas más tarde, el tipo es el mejor ejemplo de que en esta industria muchas cosas han cambiado, pero prácticamente todas a las que se refería Nick Kent en sus memorias siguen intactas. Oseary es manager de Madonna desde 2005, y de U2, desde noviembre de 2013, cuando cogió el relevo de Paul McGuinness, quien hasta entonces había sido a los irlandeses algo similar a lo que fue George Martin a los Beatles. La materia no se destruye, solo se transforma, aunque lo primero es seguramente lo que hubiese deseado hacer el 7% de la población mundial el día del pasado mes de septiembre en que se despertaron con el último álbum de U2 en su iTunes. Oseary es acaso el máximo responsable de esta operación valorada en 100 millones de dólares. A pesar de la polémica suscitada y por el hecho de que incluso el propio Bono pidiera disculpas por la intromisión y, en cierto modo también, por presuponer que todo el mundo quiere un disco de U2, Keith Quesenberry, profesor de marketing digital en la Universidad John Hopkins (Baltimore, EE UU), cree que el plan urdido por los irlandeses, Apple y Oseary, “terminó funcionando. U2 fue trending topic mundial. Fuerza, pasión y alcance fueron las palabras más utilizadas en redes sociales para referirse al evento y en la valoración general, las opiniones positivas multiplicaron por seis a las negativas”. En 1974, los representantes eran temidos por la prensa por su fiereza y respetados por los artistas por poseer la clarividencia que a ellos, durante la mayor parte de lo que vienen siendo las 24 horas del día, les faltaba. Hoy, como en el caso de Oseary, se les celebra por convertirse en socios de su clientes y por extender sus tentáculos mucho más allá de la industria musical. Son estrellas por derecho propio, y como en el caso de este tipo, responsable de las más exitosas giras de Madonna, el hecho de que no concediera entrevistas entre 1997 y 2013, es algo noticiable. “Ser manager hoy, en plena era de disrupción, significa estar al tanto de todo lo que sucede en el mundo, no solo en el del pop, sino que hay que saber de redes sociales, de tecnología y de marketing de producto”, opina Andrew Hampp, quien en 2013 publicó un largo artículo en al revista Billboard en la que presentaba al manager de Madonna, al de Justin Bieber (Scooter Braun) y al de Lady Gaga (Troy Carter) como epígonos de una nueva forma de hacer negocios en este terreno. En el caso de Oseary, quien ha escrito dos libros (uno de ellos sobre la influencia de los judíos en la industria del disco) y ha aparecido incluso en películas como Los Ángeles de Charlie, esta nueva forma de hacer negocios significa ser socio de Madonna en la cadena de gimnasios de la diva, Hard Candy, invertir en compañías como Airbnb, ser productor ejecutivo en la cadena NBC, poner en contacto a los propietarios de la tienda online Fab.com con sus amigos en el mundo de la moda para asegurarse de que el lanzamiento de la web en la que había puesto dinero fuera un éxito, o participar en proyectos como INDMusic, destinado a sacar réditos de los visionados que pueda tener un clip en YouTube. La historia de Oseary, aunque haya terminado siendo ejemplo de un nuevo modo de hacer, se escribe justo al revés de lo que tradición indica. No fue él quien descubrió a su cliente en un oscuro tugurio una noche entre semana en la que este actuaba para dos camareras y un gato, sino que fue Madonna quien, cuando el chaval solo contaba con 17 años, lo fichó para Maverick, el sello que la diva lanzó a finales de los 80 y que, con él a bordo, llegó a despachar 100 millones de discos. Se jacta Oseary de haber sido el responsable del éxito de Alanis Morisette, de la globalización de electrónica The Prodigy y de haber detectado el potencial de Muse escuchando solo 30 segundos de uno de sus temas. Por eso, tal vez, con solo 20 años, Madonna le invitó a hacer un cameo en el vídeo de Deeper and deeper, algo que no tendría mayor trascendencia si no fuera porque en el mismo clip aparece Seymour Stein, mítico capo de Sire records, el sello que fichó a Ramones, Talking Heads o la propia Madonna. El ayer y el mañana. “Cuando le conocí, me fascinó lo centrado y seguro de sí mismo era. Guy quiere aprender y es muy humilde. Si le dices: ‘Debes ver esta exposición o leer este libro’, él lo hará”. Así recordaba Madonna su primer encuentro con Oseary en un artículo publicado en 1997 por Los Angeles Times. Menos de una década después, ese chaval ha leído tanto y ha ido a tantas exposiciones recomendadas por su clienta que es capaz de conectarse a Twitter y responder todas las dudas sobre la diva, quien ha dejado en sus manos la comunicación de hechos como que en 2015 no hará ninguna película, que desea volver a colaborar con Britney Spears o que ha estado escuchando el disco de duetos de Tony Bennett y Lady Gaga. Lo que no ha logrado es hacerse con los fans de Madonna que le culpan de la pérdida de relevancia de la cantante en los últimos años. Él ha respondido intentado ganárselos cara a cara durante los conciertos de la gira. 19:50 CHILE ¿QUIÉN ES ESA CHICA? WHO'S THAT GIRL Comedia PROTAGONISTAS Griffin Dunne, John Mills, . Madonna, Haviland Morris DIRECTOR James Foley SINOPSIS Nikki Finn, acaba de salir de la cárcel, donde ha pasado un tiempo encerrada por un delito que no cometió. Loudon Trott, es un serio y responsable abogado, a quien su jefe y futuro suegro, ha encomendado la custodia de Nikki. Éste debe acompañarla desde la prisión hasta la estación de autobuses, y asegurarse de que abandone de inmediato la ciudad. Lo que Loudon no sospecha es que NIkki tiene sus propios planes, y que va a convertir su ordenada vida en un caos. http://tcm.la.amoelcine.com/programacion Andrae Crouch, podría decirse que la estrella de gospel más influyente de toda una generación, ha muerto a los 72 años de edad. El compositor, cantante y director del coro, que trabajó en algunos de los trabajos más emblemáticos de la talla de Michael Jackson, Madonna y The Lion King, falleció en el Centro Médico Northridge Hospital la tarde de ayer, 08 de enero, después de ser ingresado el sábado tras un ataque al corazón, confirmó su publicista cerebro Mayer. OUT & ABOUT: MADONNA DEVUELTA EN New York City CON SU FAMILIA DESPUÉS DE LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO1/8/2015 Madonna ha estado seleccionando los remixes para Living For Love y también hemos sabido que han sido enviado los Remixes Oficiales a los Clubs más importantes. Se han escuchado versiones clubs y la instrumental que compartimos el día de ayer más la versión Djemba Djemba Club Mix. Este Dj 4 meses atrás publico una fotografía junto a Madonna en su facebook. Símbolos religiosos. Aborto. Masturbación. Sexo con un santo negro. Crucifixiones en el escenario. Evita. Bush. Irak. ¿Y ahora se escandalizan por una estupidez de Instagram? Una de dos, o Madonna se ha ablandado, o el mundo se ha vuelto demasiado mojigato para una estrella de su magnitud. Ella, que hace ya 20 años aseguraba “no arrepentirse absolutamente de nada” en la canción Human Nature; la misma que ha tituladoUnapologetic Bitch a uno de sus nuevos temas, ha pedido perdón. Y no por poner otra vez en evidencia la moral más conservadora jugando con los límites del sexo o la religión, sino por algo tan inocente como subir a su cuenta de Instagram retratos de Nelson Mandela y Martin Luther King con un cordón negro cruzando su cara tal y como ella misma hace en la portada de Rebel Heart, su próximo disco. Homenaje que fue recibido con ira por varios usuarios que enseguida la tildaron de aprovechada, superficial e incluso racista por usar con fines promocionales la imagen de estas dos figuras clave en la lucha de los derechos civiles de la población negra. Tan negativa fue la reacción (y tan comentada la maniobra en los medios de comunicación) que Madonna publicó esa misma noche un comunicado en su página de Facebook pidiendo disculpas y aclarando que no se estaba comparando con nadie. “Admiro y reconozco sus corazones rebeldes. ¡Esto no es un delito, un insulto o una muestra de racismo! Antes he publicado fotos parecidas de Frida Khalo y Marilyn Monroe. ¿Significa esto que soy como ellas? No, sólo digo que también tenían un corazón rebelde. Además, estos montajes no los he hecho yo, sino mis fans. Simplemente los he reposteado. Y por supuesto ellos tampoco son racistas. Si me ponen en la misma categoría que esta gente, gracias, me siento muy halagada. Espero algún día conseguir al menos un uno por ciento de lo que ellos consiguieron en su vida”. No es la primera vez, pero sorprende un perdón tan contundente en alguien que podría contar su vida a través de verdaderos escándalos que dejan lo de estas fotos en una inocente provocación para gente con la piel muy fina. Actos en su época muy controvertidos y atrevidos que no sólo sirvieron para convertir a Madonna en MADONNA, sino que también ayudaron a que temas tabú como la homosexualidad, la masturbación femenina o la libertad religiosa sean vistos hoy con total normalidad. Porque la revolución también se consigue con el escándalo, y aquí está la prueba. COMO UNA VIRGEN, TOCADA POR PRIMERA VEZ Beyoncé no habría existido sin Tina Turner, es cierto. Pero es probable que el resto de estrellas femeninas del pop tampoco sin Madonna. Que sí, que Miley Cyrus puede lamer martillos, Lady Gaga bailar desnuda, Nicki Minaj enseñar culo y Rihanna jugar al lesbianismo para todos los públicos con Shakira, pero ninguna sería libre de hacerlo de no ser porque en 1984 Madonna apareció cantando Like A Virgin en los MTV Awards vestida de novia y revolcándose por el escenario simulando movimientos sexuales. Una actuación que colmó el vaso de las mentes mojigatas que aseguraban que la canción era peligrosa por promover el sexo antes del matrimonio. A raíz de esta actuación incluso se fundó en 1985 el Parents Music Resource Center, un comité formado por las mujeres de varios diputados y senadores estadounidenses cuya misión era educar a los padres sobre las modas alarmantes en la música popular. De nada sirvió su cruzada. Gracias a este primer single de su segundo disco, cientos de miles de mujeres que habían sido educadas en los sesenta y los setenta bajo los valores tradicionales descubrieron que no eran ningunas prostitutas por atreverse a explorar su sexualidad. A Tarantino también le marcó, tanto que en un legendario diálogo en ‘Reservoir Dogs’, su primera película, sus protagonistas discutían sobre el verdadero significado de la canción. No es reproducible en una página elegante como esta. Búsquenlo. NO QUIERO SERMONES Convertida en referencia mundial de la nueva liberación sexual, Madonna revalidó en 1986 su título de mala influencia para las jóvenes con Papa Don’t Preach, el segundo sencillo extraído de True Blue, su tercer disco. Una canción sobre una adolescente que intenta decirle a su padre que se ha quedado embarazada cuya letra puso en pie de guerra tanto a grupos a favor del aborto como en contra. Pero fue el Papa Juan Pablo II el mayor enemigo que se ganó la cantante gracias a este tema. Y todo porque Madonna, durante suWho’s That Girl World Tour en 1987, proyectaba imágenes del Sumo Pontífice alternadas con mensajes de “sexo seguro” mientras la interpretaba. Por este atrevimiento, el Vaticano llamó al boicot de los dos conciertos en Turín y Florencia que cerraban la gira. Lejos de conseguirlo, esta petición sirvió para que Madonna cerrara un acuerdo con la RaiUno para grabar la actuación y emitirla en todo el mundo. Solo en Italia 13 millones de personas siguieron aquel concierto por televisión. CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO Aquello fue sólo el primer asalto de la guerra que la cantante mantuvo –y mantiene– contra la Iglesia católica. Una pelea que alcanzó su punto más álgido en 1989 con la publicación del videoclip Like A Prayer, correspondiente al single de presentación de su cuarto álbum de estudio. Antes de lanzarlo, Madonna, que acaba de divorciarse de Sean Penn, cerró un acuerdo publicitario con Pepsi para convertirse en su imagen a cambio de 5 millones de dólares, pero la compañía canceló el contrato unilateralmente (por eso ella nunca devolvió el dinero) después de ver el contenido del clip en el que aparecían cruces quemadas y, atención, un santo negro al que Madonna primero reza y con el que, después de cobrar vida, se besa. Como era de esperar, el vídeo no solo fue prohibido en varios países, sino que el Vaticano acusó oficialmente a la cantante de blasfema por atreverse a usar símbolos religiosos de manera tan vulgar. Irónicamente, esta cruzada cristiana contra ella convirtió aquel año a Madonna en lo que siempre soñó: ser más famosa que Jesucristo. A LA LIBERACIÓN POR LA MASTURBACIÓN Sabiendo que absolutamente todo el mundo tenía algo que decir sobre ella, Madonna aprovechó su guerra religiosa para salir otra vez de gira en 1990 con The Blonde Ambition Tour. Un show que pasará a la historia no sólo por instaurar el concepto de teatralidad que hoy es obligatorio en todos los grandes conciertos a los que asistimos, sino también por los sujetadores cono de Jean Paul Gaultier o por ser la primera vez que pisó suelo español actuando tanto en Madrid (donde tuvo lugar aquel famoso encuentro con la tropa Almodóvar), como en Vigo y en Barcelona, desde donde se emitió el concierto en directo a través de Televisión Española comentado por Constantino Romero y en el que pudimos escucharla diciendo lindezas como “¿Estáis listos, mi polla?”. Muchos recordarán de que sus padres no les dejaron verlo en su momento. ¿El motivo? La mezcla de religión y sexo que había vuelto a despertar la ira del Vaticano. En concreto, un segmento en el que Madonna primero simulaba una masturbación mientras cantaba ‘Like A Virgin’ y, después de tener el orgasmo, empezar a entonar ‘Like A Prayer’. Curiosamente aquella provocación no le impidió actuar en Roma, pero casi le obliga a cancelar en Toronto, donde la policía se presentó en el backstage unas horas antes de salir al escenario avisando que el contenido lascivo y obsceno del espectáculo podría ser motivo de multa y detención, tal y como vimos en el documental En la cama con Madonna. Ella, por supuesto, se negó. Que la ciudad canadiense sea hoy un ejemplo de integración, respeto y libertad sexual y cultural no se lo debemos a este gesto, pero de algo sirvió seguro. AMBIGÜEDAD SEXUAL Y con el cartucho de la religión completamente quemado, al menos de momento (en 2006 volvió a desafiar al Vaticano crucificándose en el escenario mientras cantaba ‘Live To Tell’ durante su Confessions Tour), Madonna decidió que había llegado el momento de acabar con el tema tabú por excelencia: el sexo. Pero nada de simulaciones para escandalizar a padres de adolescentes, no. El sexo de verdad. Su etapa de escándalos más jugosa y criticada, la que muchos pronosticaron como el fin de su carrera, arrancó a finales de 1990 con el lanzamiento del recopilatorio ‘Inmaculate Collection’, que incluía una nueva canción llamada ‘Justify My Love’ escrita por Lenny Kravitz. La letra estaba subidita de tono, cierto, pero fue el videoclip de presentación de la misma lo que inició el revuelo. Un vídeo dirigido por Jean-Baptiste Mondino en el que Madonna coqueteaba con la estética sadomasoquista que incluía relaciones entre hombres y un controvertido morreo lésbico de la cantante con la modelo Amanda Cazalet. Canales como MTV o VIH1 no lo quisieron emitieron alegando que aquello rozaba lo pornográfico (la misma MTV que no tuvo reparos en ganar audiencia con aquel beso a Britney Spears en 2003, por cierto). Ante esta censura, la cantante decidió vender el vídeo en VHS inventando el concepto de videosingle, con tan buena respuesta por parte de su público que su siguiente movimiento tuvo que ir un paso más allá. PORNOGRAFÍA PARA TODOS
Y con más allá nos referimos, cómo no, al libro de fotografías SEX, publicado en 1992 y en el que Madonna aparecía no sólo besándose con mujeres (Naomi Campbell, entre ellas), sino paseando completamente desnuda, simulando sexo con una botella, practicando el beso negro... “No creo que un hombre mirando a una chica desnuda en una revista sea degradante para la mujer”, escribía la artista en sus páginas explicando la intención feminista del proyecto. “Todo el mundo tiene su propia sexualidad. Es cómo tratas a la gente en tu día a día lo que cuenta, no lo que te pone en tus fantasías íntimas (...) No me interesan las películas porno porque todo el mundo es feo y simula lo que hace. Son estúpidas y más que ponerme caliente, me hacen reír (...) Pero tampoco me parecen degradantes, las actrices que hacen este tipo de cine lo hacen porque quieren, no porque les estén apuntando con una pistola en la cabeza. No entiendo las críticas. A mi, por ejemplo, me encanta mirar la revista Playboy porque las mujeres lucen genial estando desnudas”. La culminación a esta lucha por la revolución sexual llegó poco después con Erotica, el primer álbum que lanzó con Maverick, su propio sello discográfico; y con su papel protagonista en El cuerpo del delito, una cinta en la que dos minutos de metraje tuvieron que ser eliminados para no ganarse la temida clasificación NC-17 en EEUU, que hace que muchos cines se nieguen a proyectar una película. Y que hoy haya gente que se echa las manos a la cabeza por Miley Cyrus... NO LLORES POR MÍ, ARGENTINA Desafiado el poder eclesiástico y la moral sexual, a Madonna solo le quedaba un sector por conquistar, el político. Aunque en este, todo hay que decirlo, siempre ha sido más cauta. De hecho, su primer gran escándalo político lo vivió en 1995 cuando Argentina puso el grito en el cielo al conocer que el director Alan Parker había contratado a la cantante para dar vida a Eva Duarte de Perón en el musical ‘Evita’ sin darse cuenta de, que en esencia, ambas tenían una historia muy parecida. Ganando un Globo de Oro a la Mejor actriz y con la crítica de su parte, al final se demostró que la elección fue la correcta. Más caro pagó posicionarse en contra del gobierno de Bush después del ataque a las Torres Gemelas en 2001, cuando cualquier crítica al gobierno estadounidense era entendida como antipatriótica. Por eso, por primera vez en toda su carrera, Madonna se vio obligada a retirar un videoclip en 2003. ¿El motivo? American Life, single de presentación del disco del mismo nombre en cuyo videoclip aparecían soldados lisiados desfilando en una pasarela y el mismísimo Bush encendiéndose un puro con una granada. Era su particular manera de denunciar la invasión de Irak, pero todo Estados Unidos se le echó encima y la cantante, que por aquel entonces vivía en Londres, no tuvo más remedio que emitir un comunicado defendiéndose. “Me siento afortunada de ser una ciudadana americana por muchas razones, una de ellas es el derecho de poder expresarme libremente, especialmente en mi trabajo. No soy anti-Bush, pero tampoco soy pro-Irak. Soy pro-paz. He escrito una canción y he creado un video para expresar lo que siento acerca de nuestra cultura, valores e las ilusiones de mucha gente que creen el Sueño Americano. Como artista, no espero que todos estén de acuerdo con mi punto de vista, pero estos son mis sentimientos y así es como honro a mi país". De nada sirvieron las disculpas: es su disco menos vendido de la historia. EVANGELIZANDO SE ENTIENDE LA GENTE Pero Madonna siempre tiene la última palabra, y como ya demostró enfadando a Juan Pablo II, en su escenario manda ella. Así que puede que acepte cierta censura en los discos y en los vídeos, pero nunca en directo, donde está rodeada de fieles dispuestos a pagar cientos de euros para verla. Y si los pagan es porque la quieren incluso cuando aprovecha los conciertos para realizar pequeños mítines con su visión del mundo. Bueno, casi todos, ya que tal y como comprobó Michael Moore como estrella invitada del documental ‘I’m Going To Tell You A Secret’, grabado durante el ReInvention Tour en 2004, los discursos pacifistas e izquierdistas de Madonna provocan que algunos fans abandonen el recinto indignados murmurando que ellos pagan por ver un show, no por escuchar arengas políticas. Ella, por supuesto, ni se inmuta, y lo mismo te suelta entre canción y canción lo malo malísimo que era Bush que te proyecta imágenes de Putin con cuernos o a la ultraderechista Marie Le Pen con bigote de Hitler y esvástica tatuada en la frente, algo que ha molestado mucho a los “homenajeados”. No son sus únicos mensajes para remover conciencias: vídeos en contra del bullying escolar y el suicidio infantil, tatuajes a favor de las Pussy Riots y gestos en contra de las leyes homófobas en Rusia (como vimos en 2012 durante el MDNA Tour) también son habituales en sus giras. ¿Populista? Puede que sí, pero también valiente. ¿NUNCA FALLA MADOONA? Por supuesto. De hecho, su biografía está repleta de momentos que han puesto en peligro su imagen pública, empezando por la controvertida adopción de sus hijos David y Mercy en Malawi y terminando por toda la retahíla de equivocaciones en redes socialessubiendo fotos en las que lo mismo describe a su hijo como “Dis Nigga” (palabra prohibida en el vocabulario americano) o en las que compara la filtración de unas demos con la violación y el terrorismo. Meteduras de pata, sí. ¿Pero escándalos? vanityfair El diseñador no dio su tradicional fiesta de Nochevieja por un malentendido con la cantante El prestigioso diseñador, Valentino, prefirió abstenerse de dar su tradicional fiesta de Nochevieja en su casa, después de que Madonna llevara a todos sus hijos (Lourdes, Rocco, David y Mercy), sabiendo que había una estricta regla de 'no niños'. Valentino tenía contados los lugares para la cena y, al llegar la reina del pop con sus hijos, alteró el orden de los sitios asignados para el resto de los invitados. No se sabe si por disgusto o no, pero el diseñador prefirió no dar su fiesta este año y en cambio, asistió a casa de unos amigos a celebrar junto con su pareja, Giancarlo Giammetti.
Por su parte, los representantes de Madonna negaron cualquier tipo de enfado entre el modisto y la intérprete y aseguraban que siguen siendo buenos amigos. |
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